Desde 1995 hasta el 2005, el párroco Jacinto Romero sirvió a la parroquia Nazón. Durante una década fue el idealista para construir la iglesia donde hoy es venerada Santa Teresita del Niño Jesús. Se considera un ser humano humilde, sencillo con la gente y muy caritativo. Su regreso a la parroquia causó mucha alegría entre los moradores, a quienes no les faltó palabras de gozo durante la visita del sacerdote.
Al recordar su estadía no olvida la ayuda de los moradores en el ámbito económico, quienes con buena voluntad y mucho sacrificio apoyaron la construcción del templo. Al poco tiempo llegó el cambio de moneda y todo lo que habían reunido se transformó en muy pocos dólares, sin embargo nunca desmayó.
La obra fue ejecutada en su mayoría por las mujeres de la parroquia. El primer muro que construyeron en la parte posterior de la iglesia se cayó. Con mucha tristeza, volvieron a edificar únicamente con la guía del sacerdote, porque despidió al arquitecto contratado. Allí es donde recuerda a su madre, quién le dijo. “Padre, tú deberías estudiar arquitectura, porque a donde vas te toca edificar”.
Otro tema fue mantener la escuela Madre Laura, la mismo que estuvo muy bien cuando salió, pero desconoce qué ocurrió después para que fuera cerrada. En aquella época, él viajó seis años a Italia para continuar con sus estudios. Al retorno le asignaron la parroquia del cantón Cañar. Allí construyeron un retablo central, más amplificación, iluminación, las bancas. Luego llega a Santa Marianita de Charasol y allí tuvo que ayudar para construir la iglesia del Divino Niño.
Su mensaje es continuar con fe en Dios y saber que algún día vamos a estar en su presencia, destacó el sacerdote Jacinto Romero.
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